Claudia Asmad: “La Universidad de Valparaíso me marcó profundamente”
La directora nacional del Senama, egresada de la Escuela de Enfermería de la UV, reconoce que en su paso por la institución recibió los valores que le han permitido desarrollarse profesionalmente.
Nacida y criada en Quillota, Claudia Asmad, directora nacional del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), atribuye a su madre el hecho de haberse convertido en profesional, en su caso, enfermera matrona de la Universidad de Valparaíso. “Por mi historia familiar, que tuve un papá de origen libanés y bien machista, mi única posibilidad era estudiar algo cerca de mi ciudad. Al inicio viajaba todos los días y mi mamá —que era alguien que sabía que las mujeres teníamos que estudiar y era chilena— no iba a callarse, me impulsó a ir a la universidad y yo soy la primera mujer profesional de mi familia. Lamentablemente, ella falleció dos días antes de mi titulación”, recuerda.
“El día de la titulación yo estaba en el funeral, entonces las profesoras me fueron a ver antes y fue bien significativo, me marcó profundamente. La Universidad de Valparaíso me marcó profundamente. Ingresé en 1992, cuando la Escuela de Enfermería y Obstetricia (la denominación de entonces) estaba detrás del Hospital Van Buren, en subida El Litre, actualmente sede de la Escuela de Sociología. Siempre supe que quería estudiar alguna carrera de salud que tuviese relación con los cuidados. Inicialmente, para ser honesta, quería estudiar Medicina, pero no me alcanzó el puntaje, y primero estuve un año en Química y Farmacia, pero me di cuenta de que no era lo mío, entonces volví a dar lo que en esa época era la Prueba de Aptitud Académica, y entonces mi papá dijo: ‘Bueno, puede cambiarse, pero siempre que esté en la región’ y allí entré a Enfermería y Obstetricia”, rememora.
Luego dio la PAA por tercera vez, siempre con la idea de entrar a Medicina: “Pero no me quise cambiar, porque estando en el primer año de Enfermería, primero por el contacto con mis profesoras, y después porque cuando iba al hospital me di cuenta de que la relación de la enfermera con el paciente era súper distinta de la relación que se establecía con el médico, que teníamos un rol fundamental en la evolución del cuidado de las personas. Entonces, ese relacionarse con el otro, el educar, el conocer condiciones no solo de la patología, sino de las condiciones socioambientales, que había un rol comunitario, dije ‘yo me voy a quedar en esto y voy a terminar’”.
“Mi experiencia en la Universidad fue súper gratificante. Hoy día lo miro para atrás, converso con mi hijo y le cuento que nosotros teníamos un computador, que estaba en la biblioteca que estaba en Hontaneda, y que para nosotros todos esos recursos técnicos eran bien limitados. Pero creo que los valores que transmitían las profes que estaban ahí —porque en su mayoría eran mujeres— eran de responsabilidad, de persistencia, del rol importante que teníamos nosotros en el cuidado de las personas mayores. Y había elementos de administración que también nos dieron la oportunidad de tener una visión mucho más amplia que estar en un hospital o solamente del cuidado, y que la posibilidad de ser enfermera matrona, de estar en atención primaria y poder ejercer ambos roles, para mí fue un tremendo desafío, me inspiraba eso”, continúa.
El interés por las personas mayores surgió ya en la juventud de Claudia Asmad: “Hay dos conceptos que marcaron mi carrera de estudiante y profesionalmente que aprendí en la Escuela de Enfermería, con las profes que estaban ahí y con lo que una va estudiando: que las personas somos holísticas, integrales, y luego la organización del cuidado, es decir que eso tiene que ser transversal y no se puede perder nunca la empatía por el otro. Creo que ahí las enfermeras tenemos un rol fundamental, igual que las matronas cuando hay cuidado de niños: no importa la etapa de la vida. Entonces el trabajo con personas mayores fue un hito que me marcó en la vida. Tengo una historia laboral desde estudios clínicos en hospitales hasta ser la CRA de un laboratorio de gran prestigio, he estado en distintos lugares y en esas pasadas fui directora de un establecimiento de larga estadía en la comuna de Valdivia, en una región bien austral”.
Prosigue: “Entonces ahí te das cuenta de que las condiciones también cambian y que las personas tenemos una historia de vida que hay que valorar, y que cuando cambia la estructura de la sociedad cambia la estructura de las familias. (…) Como sociedad, con todos los convenios que hemos suscrito, sabemos que es un derecho el ser cuidado y también es un derecho del que cuida tener la posibilidad de ser cuidado; todo eso marcó mi etapa profesional y entendí que tenía que estudiar gerontología y avanzar en esa área. Porque las personas mayores son autovalentes, el 78 por ciento son independientes, de modo que existe un espacio de política pública que debemos construir por el cambio demográfico. Tenemos una transición demográfica súper importante en nuestro país, una esperanza de vida alta e indicadores de países desarrollados, pero con promoción y prevención débil para que nuestra funcionalidad no se vea afectada”.
“Creo que todo lo que hice siempre estuvo ligado con personas mayores y distintos grupos etarios, porque fui enfermera coordinadora en una fundación sin fines de lucro, que es la Liga Chilena contra la Epilepsia, donde veíamos personas mayores y embarazadas. Después pasé a investigaciones, donde estudiábamos vacunas que tenían que ver con este grupo etario y, como digo, lo que marcó fue haber sido directora de un establecimiento de larga estadía”, acota.
Fue entonces cuando decidió postular al concurso de Alta Dirección Pública para ser directora nacional de Senama: “Primero fui jefa de división y después postulé para directora nacional. Creo que es un gran logro y de verdad que se lo atribuyo muchísimo a mi universidad, porque me entregó ser persistente, organizada, con una visión proactiva de lo que viene. Estoy súper orgullosa de ser la primera enfermera matrona directora de este servicio, que siempre fue un área social. Eso también me permitió integrar enfermeras, porque no somos divididos, no somos parcelas, tiene que haber una integralidad, un equipo multidisciplinario que vea la política pública, lo que hacemos, en forma integral”.
Sobre el hecho de llegar a ser directora nacional, comenta que “estoy muy contenta, muy satisfecha profesionalmente; espero que las condiciones y las capacidades queden instaladas en un servicio que tiene que crecer muchísimo más, para después mirar con el tiempo que fui parte de esta historia. Yo creo que esa dualidad de carrera, de ser enfermera matrona, fue un tremendo elemento para para llegar donde estoy”. Y añade: “Esta transición demográfica es un gran desafío en varias áreas para el país. Primero, en romper el paradigma de que las personas mayores son objeto de derecho, porque las personas mayores son sujetos de derecho, las personas mayores tienen capacidades, son una oportunidad para los países. Esa es la base, la promoción de derechos de las personas mayores y su igualdad de condiciones frente a cualquier grupo etario”.
Añade: “También es una gran satisfacción, y lo tomo como un honor, poder contribuir a al país, a las personas mayores, formando equipos capaces, competentes y articulando con las propias personas mayores sus necesidades, llevándolo a una política. Recientemente sacamos la Séptima Encuesta de Inclusión y Exclusión en la Vejez, y la percepción que tienen las personas de 18 años en adelante es que ser persona mayor implica que requieres de cuidados, el 53 por ciento opinaba eso. Entonces hay una visión muy asistencialista, cuando el 73 por ciento de las personas mayores son autónomas, autovalentes. El desafío de la política pública es dar respuesta a esas múltiples necesidades que tienen las personas mayores con un encuentro intergeneracional y generando espacios participativos. También es un tremendo desafío individual cómo nos hacemos cargo del proceso de envejecimiento y de la vejez, porque la expectativa de años de vida aumentó, entonces también hay un proceso individual, porque desde que naces empiezas a envejecer, pero no te das cuenta. Pero que haya una preparación para este proceso, que es un cambio de paradigma”, reflexiona.
Finalmente, Claudia Asmad entrega un mensaje a las y los actuales estudiantes de la UV: “Les digo que utilicen todas las herramientas que la Universidad entrega para formarse profesionalmente en la diversidad de carreras que existen en la Universidad de Valparaíso, y que piensen en las personas mayores y en prepararse para esto, porque de aquí al 2050 una de cada tres personas vamos a ser personas mayores de sesenta años, y esa es una oportunidad de crecimiento como país. Entonces yo invitaría a todos los alumnos o alumnas de la Universidad que leen esto a profundizar en esta materia, a ponerse en el lugar y pensar cómo les gustaría envejecer, dónde le gustaría envejecer. A los que tienen personas mayores significativas cercanas, a conversar sobre la vida, sobre las dificultades, las potencialidades, aprovechar esa experiencia, porque ahí hay una riqueza en la profundidad de cada una de las profesiones que estudian y eso puede ser la base de una trayectoria laboral y profesional que va a generar un bienestar en la calidad de vida que se espera para el futuro”.